jueves, 8 de mayo de 2008

Sino

Dos ojos tristes se encontraron en la inmensidad de aquella calle. Sus miradas ya se conocían, y esta vez no se buscaban, pero parecían necesitar algo esta tarde. Por lo menos uno de los dos. Tras una mierda de despertar después de haber compartido otra vez, durante la noche, las vivencias de una muchacha de cuarto de siglo en un sueño, anhelaba unos ojos que le mirasen y unos labios qe no mintiesen por compasión. Lo que en un principio iba a ser un fugaz saludo, sonrisa incluida, se convirtió en una cena para dos en un bar de segunda, aliñada con las carcajadas de recuerdos que mejoran con el tiempo.

- No te marches - le pidió.
- Lo siento, es que.. mi.. me deben de estar esperando. - ( Vaya.. otra noche fría) - Pero si quieres podríamos vernos mañana, si no tienes nada mejor que hacer.
- A las seis y media, en la Plaza Espineda. No llegues tarde, que nos conocemos.

Una sonrisa se esbozó en la cara de ella, de esas de quienes comparten secretos.

¿Te has enamorado alguna vez de alguien a quién no conoces?¿De algo que tú mismo te has encargado de crear? Y no una perfección ni mucho menos.. no.. más bien tu perfecta imperfección.
Éste era su caso.. que extraño para una historia ¿verdad?, y aunque a éste personaje no le guste, sabe que es el narrador quién decidirá por él. También sabe que ella, su otra creación, será la encargada de hacerle sufrir, de que se lamente de no haber dejado pasar la oportunidad, por haber querido sublevarse en mi contra, haber parado en aquel bar y no haber continuado con los pasos marcados.

Eran las siete. "Va a venir, lo sé, quedarán solo.. diez minutos". Y no se equivocaba; su impuntualidad siempre había sido muy puntual. Ahí estaba otra vez esa sensación, ese cosquilleo en el vientre, acompañado por una sensación de frío, vacío, justo debajo del pecho, de saber lo que iba a pasar después.

Mientras ella se acercaba suavemente a su cuerpo él se quedó frío, paralizado. Había planteado tantas veces aquella situación que no supo como actuar.
- Me tienes loco ¿sabes?

Ella sonrió y se limitó a decir:

- Prefiero no decir nada..
- ..mejor que se equivoque el silencio. - pero no supo interpretar su mirada.

Aquel momento se escribió entre susuros. Las sábanas acariciaron sus pieles como si se tratasen de puso aire.
Amaneció y ella ya no estaba junto a él. Pero eso ya lo sabía; la había visto marcharse a eso de las seis intentando hacer el menor ruido posible.